miamagia

Mia Magia

Pues, quería entregarle su libro… También, hablar con ella sobre algo que ha vivido. Soy periodista y quisiera hacerle una entrevista.—Le dije.
Sentí que fue lo peor que pude haber dicho. Al menos, le estaba diciendo la verdad.
—Pues, no. No puedo decirle donde esta. Pero, tengo el libro de visitas, ahí se apunta toda la información. —dijo apuntando un libro bastante usado. — Voy a ir al baño. No me tardo.
Obviamente, no perdería la oportunidad que me estaba dando esta persona. Tan pronto no me encontraba dentro de su espectro de visión, comencé a escanear el libro buscando el nombre de ella.
Creo que logré encontrar ese nombre y vi el correo electrónico. No necesitaba memorizarlo, quizá podría decirle que le atiné con su correo. Era posible, pues sólo usó sus iniciales para completar su correo.
Esperé un minuto más al guardia, me iba alejando despidiéndome de él mientras se acercaba. Caminé por media hora sin dirección fija pensando en las locuras que estaba comenzando a hacer por una mujer.
Definitivamente, yo no era así y eso me condenaría a perderla si lo llegara a saber.
En eso, siento un golpe ligero en la espalda y al voltear veo un personaje peculiar. Un hombre con la ropa rota y vieja, quizá llevaba varios días sin cambiarse. Tenía colgando de sus brazos artefactos curiosos para mí.
Me dijo con voz baja:
—¿Quiere comprar alguno?
Mi mente trataba de ubicar algún lugar para ponerlos, pero no lograba pensar en nada concreto. No contestaba y lo seguía viendo. Ahora, con voz quejosa como si tratara de darme lástima dijo:
—Porfavor, ayúdeme.
—¿Cuánto cuesta alguno de estos?
—Cincuenta pesitos.
Sonreí mientras decía eso, usar diminutivos para hacerlo sentir menos dinero. Era la primera vez que visitaba un país como México.
No conocía sus carecías, pero más allá de las económicas, veía un rezago en desarrollo educativo. Quiero decir, no existía la infraestructura para hacer niños pensantes, sino en vez, los enseñaban a memorizar.
¿De qué sirve conocer todas las enciclopedias si no eres capaz de crear nueva información y aplicarla en situaciones jamás imaginadas, o mejor aún, entender lo que cada quién hace para lograr paz y armonía en su interior?
Lo poco que llegaba a conocer era que tenía muchos funcionarios corruptos, y de eso aún no estaba seguro con mucha pobreza ligada a todo eso. La gente era diferente a como yo estaba acostumbrado y en eso pensé que sería una buena oportunidad de conocer a la realidad con este hombre. Y dije:
—¿Cuánto vende al día aproximadamente?
—Pues… —Me dijo con una mirada un poco agobiado— como unos trescientos pesos diarios si me va bien.
—Le voy a dar cuatrocientos si me lleva a algunos lugares que le gustan de la ciudad, durante todo el día, por supuesto.
El señor estaba inquieto mirando a un lado y al otro, me parecía hasta nervioso y agresivo.
—¿Quién eres? ¿Qué me quieres hacer? Por estos rumbos es peligroso andar ofreciendo tanto dinero por nada. ¿Vendes drogas, armas o que? Yo no soy de esos. Soy honrado. En mi pobreza, pero con honra.

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