miamagia

Mia Magia

Había un hombre sentado en la puerta como si estuviera cuidando el lugar. No lo había visto antes.
—¡Hey! Magia… Ahí viene ella. Voy a abrirle la puerta.—Dijo el hombre mientras salía del cuarto.
—¿Te llamas Magia?
—No, así me dicen. Me llamo Azul.
—¿Por qué me tienes aquí?
—No soy yo. Te puedes levantar cuando quieras. —Al decirme eso, vi entrar al cuatro a Luna. Se levantó Azul y caminó hacia donde estaba ella.
Las dos estaban frente a frente. No se decían nada. Yo sólo podía ver lateralmente a sus brazos y piernas. Vi como lentamente se iban acercando cada vez más hasta que llegó un punto en que parecía que no tenían dos cuerpos, sino uno.
Se unieron hasta quedar una dentro de la otra. Fue entonces, cuando ella o quién fuera se volteó a verme.
Y lo que vi, me impactó. Era yo. Quería correr, el pánico invadía todo mi ser. Recordé las palabras de Azul y me levanté.
Iba a correr hacia la puerta, pero pensé que no tenía porque temerle. Si eso, era yo…
¿Qué me podía pasar?
Caminé hacia él. No me importaba si moría o no, de todos modos, todo lo que había vivido hasta ese entonces me había hecho darme cuenta que lo que creía era real… No lo era.
Dejé que él se me acercara. Estábamos frente a frente y empecé a caminar hacia mi otro “yo”.
Sucedió lo más increíble, no puedo describirlo tan fácilmente. Me había convertido en amor. Todo era amor. No había bueno, ni malo, sólo amor. No me juzgaba y eso me hacía libre de juzgar a lo demás.

Remarco esta felicidad
como estar sin palabras,
como navegar sin timón,
que te dejará a la orilla del cielo,
y es que no estoy callada,
sino cautivada con el interno cielo
que te rodea, tu y yo,
él y yo, tu y él,
ella y yo, tu y ella,
en callados caminos
que se entregan a la luz,
al destino compartido,
a lo que se cree entender,
pero no tiene cognición,
el amor,
algo más que eso.

Tanto que no se puede describir con palabras porque ellas limitan la experiencia del amor.
No sé cuánto tiempo pasó, pero desperté en un hospital, lo sabía porque oía los ruidos y ese olor peculiar.

¿Quién me podría explicar que pasó?
Tenía ese libro en la mesa donde ponían medicinas. ¿Me lo habrán leído? ¿Todo habrá sido un sueño?
No importaba. Mi cuerpo estaba rodeado de un halo de felicidad sublime y mucho amor.
Vino un doctor. Tomó la sábana y me empezó a cubrir la cabeza. Le pregunté:
—¿Qué pasó?
Aventó la sábana y vi en su cara una expresión de susto total.
—¡Está vivo!—Gritó.
Dicen que morí, yo no lo creo. Jamás estuve cerca de eso. Todo lo contrario. Por primera vez, me sentí realmente vivo.
Tomé el libro y lo abrí pensando que esta vez sería la última que lo leería, puesto ya estaba listo para vivir de verdad y no dejarme llevar por lo que se dice es vida… Todo ese tiempo sólo había querido llegar a casa.
Y leí:
Esta noche durará hasta que quede ciega,
cuando las luces se vuelven fuego
y así, quede deshojada para encontrar
en la lucidez, el camino a casa.

Caminar a casa…
Lo extraño. Lo olvidé.

Durante la exposición de la luna, dormí,
como si tuviera el tiempo en Roma, sentí
como si existiera el país de los reyes,
pero despertando quedé
inmersa en las luces,
en fuego me convertí,
amor sentí.

Caminé a casa…
Lo que amé. Lo que conocí.

Regresa a mí como agua de río,
que toca a su amado,
el loco mar que perfora los sentidos,
para encontrar el camino a casa.

Caminar a casa…
Que alivio es.
Que delirio es.

Caminar a casa…
Eso es esto, aquí.

Si crees que estas solo en la vida,
entra a la vida de Mia Magia.

Mia es la artista llamada Luna.
Magia es la curandera llamada Azul.

Juntas forman:
Lunazul

Lee y encontrarás como
lo que se cree divido se une.

Verás que cada que Lunazul te mira,
cada que te miras al espejo.

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