miamagia

Mia Magia

Estaba otra vez, en ese lugar exótico acostado. La gitana estaba ahí, su pelo estaba tocando mi cuello y el libro a su lado.
¿Pude haber alucinado que desperté en mi cuarto? ¿Por qué estaba otra vez ahí?
Ya no sentía ardor, pero podía percibir las pulsaciones de todo mi cuerpo.
—¿Quién eres?—Le pregunté.
No volteó a verme. Tomó el libro y lo aventó a mi espalda.
Lo abrió y leyó en voz alta:
Si esto que siento que explota mi pecho
se convierte en una burbuja de paz,
cuando estalle estaremos
un poquito más cerca del amor.

Puede que muera al sentir al viento
transformar los anhelos que reviento,
esperando encontrar la burbuja,
impregnada de luz,
esa que termina en un latido de corazón.

Trato de ser ese vuelo que no cesa
de inventar burbujas de paz,
donde la belleza
se vuelve un arco iris de plenitud.

Si esto que siento existe,
entonces, no dejes de buscar
que cualquier lágrima que se deslice
es una sonrisa que se evapora
para ser una burbuja de paz…

—Estoy retenido en contra de mi voluntad. Es un secuestro.—Le dije sintiendo mi corazón latir fuertemente.
—Tranquilo… Todo está bien.—Me dijo con una voz distinta a la que leía los poemas. Esa voz me sonaba familiar. Su pelo volvió a tocar mi cuello y sentí como un escalofrío recorría todo mi cuerpo hasta perder noción del mismo.
—Ese libro… Quiero leerlo.—Le dije.
—¿Qué me quisiste decir con eso que leíste?
—¿Quieres vivir en paz?
—Todos lo deseamos.
—Claro, todos lo desean… Y, ¿por eso no lo consiguen?
—¿Qué quieres decir?
—Todos quieren, pero no lo hacen.
—¿Tú lo haces? ¿Después de hacerme esto? ¿Tenerme aquí drogado?
—Sólo son cuidados. Fue duro lo que te pasó. Este libro es fascinante, ¿no crees?
—Quiero…—me interrumpió poniendo su mano en mi boca.
—Escucha… al mundo que tienes dentro de ti.—me dijo.
Y empezó a leer otra vez:
¿Le llamas suplicio
a este romántico transitar?
¿Le llamas noche de invierno tétrico
a este camino rodeado de floreado suspirar?

¿Cómo le llamas, entonces, a este lugar
que penetra tu existir
como si no hubiera
otro paraíso infernal más anhelado?

¿Será así, cuando le llamas llorar
por vanos secretos que se te susurran
al observar sin amar?

¿Será así, cuando le llamas sonreír
por el sufrir ajeno que te aleja
de la verdadera felicidad?

¿Cómo le llamas?
Si no lloras, ni sonríes en tu cuerpo,
sino desde el piélago del amar…

—Ese libro… Estuve con ella, ¿sabes? La encontré. ¿Cómo regresé a este lugar?
—No has salido.
—Déjame ir…—le dije tan pronto me quito la mano de la boca.
—Todavía no es tiempo. —Me contestó mientras ponía en su mano en mi brazo. Sentí como algo se me introdujo en mi piel.

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