lunazul

Lunazul

Un solo pensamiento de apoderaba de mí:
“Quiero comerme al mundo a besos para jamás olvidar que se siente estar vivo.” ]

Quiero comerme el mundo a besos

Quiero comerme al mundo a besos,
de esos chiquititos que te acercan más al cielo.
Quiero besando dejar los ojitos
hechos estrellas de luces enamoradas de su ver.

{…El sabor del mundo en mi labios, es a eternidad no concebida, delirio nunca entendido y locura hecha cordura… }

Quiero besando dejar los labios
impregnados de dulces suavecitos
como caricias de miel suspirando por narrar amor.

{…En un beso se sella un pacto de mutuo entendimiento, el que da su amor y el que recibe… Cuando hay homología, aquel amor se convierte en estrella acercándonos a lo sublime, a lo verdadero. }

Quiero besando dejar la piel enredada con los destellitos
de escarcha azucarada para ser nube y río
que se desliza con sonrisas y calor.

{…Si besando al mundo quiero entender al universo, podré viajar a lugares innominados por nuestras mentes y sellar el pacto de amor con el sueño que nos creó. }

Quiero comerme al mundo a besos,
para formar parte de ese sueño que nos creó.

[Salí de la alberca, mi cara estaba mojada y parecía que había estado llorando, pero ya no más. El hombre al que creí amar, al fin era libre de mí. No tenía resentimientos, sino un anhelo de encontrarlo siempre con una sonrisa en la mirada. Sonó el teléfono. Corrí hacia la casa llevándome lo que usé, soltándolos en la mesa donde cocinan.

Tomé una toalla con una mano mientras el quinto timbre hacía su aparición y levanté el aparato:
Hola. …Escuché. Le reconocí la voz, era él.
¿Cómo has estado? …Le dije muy tranquila esperando una respuesta cotidiana.
Bien. ¿Me buscaste? … Me preguntó.
No lo sé. ¿Por qué? …Dije con un tono de extrañeza, casi imperceptible.
¿Qué has estado haciendo? ¿Ya conociste a alguien más? …Preguntó, ignorando mi pregunta.
Lo de siempre. Todo tranquilo. Pues, tal vez.…No quería contestarle. Ya no era lo mismo, pero me estaba probando a mi misma. ¿Sentía o no rencor hacia él?

No… Los sentimientos afloraban. Una especie de amor ligero, que lo cubría con su manto, mientras con indiferencia lo miraba.

¿Acaso podría amarlo como se ama a las nubes, a los cerros, a la lluvia? Esa forma de latir que admira, ve de lejos, vive si no está, convierte en paz y lucha por seguir en forma de libertad. Quizá…

¿Por qué no me dices más? …Me dijo en voz de queja.
Mejor tu dime, ¿sigues trabajando donde mismo? …Seguramente ahí terminaría la conversación sobre mí. Él había tomado otro camino donde muchas veces se escoge porque los demás dicen es lo mejor y en la confusión llega a creer que son decisiones de él mismo.
¿No me vas a decir? …Estaba muy intrigado conmigo, no cedió.
Sabes… Estaba ocupada… ¿Hablamos más al rato? …Le contesté como último recurso.
Siempre me dices lo mismo. ¿Por qué no quieres hablarme? …Me reclamaba como si ese momento fuera el ayer cuando me exclamaba que no hacía las cosas como él esperaba. Eso, antes no lo había visto. No me tomaba el tiempo para observar lo que sucedía. Si aún no lo hago… ¿Cómo habría sido antes?
No es eso. Hablamos entonces, cuídate. …Le dije, sin oportunidad de más para colgarle. Esta vez, no se quejó más. Se despidió con un adiós rudo, esperando que como antes le dijera… ¿Qué te pasa?

Esas eran cosas del pasado, trataba de entenderlo… Al tiempo. ]

La explicación del tiempo

Creo que el tiempo me debe una explicación,
pasa corriendo y me saluda sonriendo,
como si me conociera de ayer.

{…Estamos atrapados en él, pero al mismo tiempo estamos libres. Se le llama amor. }

Le digo que se pare, y su sordera
se convierte en el silencio, y mi voz
en un eco invisible del viento.

{…Se le puede decir, que no se le ama, se le puede negar, pero él a costa suya, nos protege. Es en el tiempo donde se aprende a amar… ¿Qué fuera de nosotros eternos, sin amor? }

Me senté, esperándolo,
me di cuenta que él era
el único que podía esperar.
Yo tenía que avanzar.

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