buscando

Buscando

Estaba tirado en el suelo. Mucha gente estaba alrededor mío, no recordaba bien por qué estaba en ese lugar.

Las dudas invadían mi ser con una fuerza incomparable con el pasado. Era como si lo que antes había creído había desaparecido de mi frente y se me había plantado enfrente de mí. Sucede que soñamos tanto, pero lo olvidamos tanto que sentimos a lo soñado como algo irreal.

Pero, ¿por qué? Si despiertos los sueños que nuestra imaginación e ilusiones dibujan se hacen realidad… ¿Qué pasa con los sueños que vivimos dormidos?

Tenía que levantarme, empecé a oír mucha gente preguntando si estaba bien. No contesté. Sólo me levanté y caminé lejos de ahí.

Veía números en todos lados, se aparecían delante de las cosas y dentro de las mismas. Los números se doblaban, tenían colores más iluminados que el color de las cosas donde se aparecían. Si la vida, puede cambiar en un segundo si mi percepción de la misma cambia, entonces… ¿De qué sirve que busque un sabio que ve las cosas de forma distinta a la mía?

¿Acaso sería mejor que yo, me preguntara cosas y encontrara con mi esfuerzo nuevas formas de ver lo que me enseñaron desde niño?

Y mi interior, cuyos ríos de sangre son invisibles para mí, me decía… que sí. Pero, lo que veía en números me exigía que fuera a buscar algún sabio en matemáticas para que me resolviera mis dudas.

Infinitos

Curiosa como suele ser la vida, que te lleva de la mano y aunque te sientas perdido… El camino se abre como el telón en un teatro tan grande que no se alcanzan a ver los actores.

Me encontré varias semanas después a un hombre cuya obsesión era resolver el dilema de los círculos viciosos abiertos, es decir, PI. Él decía que si encontrabas el final o el inicio de algo que parece infinito, entonces encontrarías a Dios. Sí, y digo que parece infinito porque si fuera infinito jamás encontraría el inicio o final.

Si parece revuelto esto que digo, apenas es el principio, aprendí con él que muchos matemáticos están obsesionados con entender al hombre, su conciencia y realidad. Entendí que las matemáticas era otro lenguaje más, así como la música, el dibujo, el chino o español. Lo hermoso de ese lenguaje era la precisión, ya que los idiomas que usamos para comunicarnos suelen tener muchos significados y traducciones erróneas, ni el diccionario sirve de mucho cuando se está en constante cambio.

¿Acaso ese matemático era el sabio que tanto había buscado?

Estaba él sentado en el parque donde lo había conocido, me acerqué y le pregunté:
— ¿Si estuvieras equivocado?
— No me equivoco.— Me contestó apoyando su mano sobre su boca.
— ¿Por qué?— Pregunté.
— Simplemente, lo sé. — Contestó.
— ¿Estás seguro, entonces, de quién es dios?
— El tiempo tiene inicio y fin en mí por eso no puedo percibir al infinito como una realidad, pero sí como un concepto matemático.

Podría seguir escribiendo lo que recuerdo de la conversación, pero no le encuentro mucho sentido porque por más que intente explicar, mis palabras no son exactamente como las que él dijo. En realidad, fue mi traducción de lo vivido.

Lo veo como un arma de doble filo: lo mismo que nos une es lo mismo que nos aleja, la comunicación y el lenguaje utilizado. Las palabras siempre serán palabras y eso, deja al concepto del infinito como eso, una palabra.

Realmente el matemático estaba limitado por sus propios conceptos que hacían que se expandiera… Mmm… Lo mismo que nos permite entender más, es lo mismo que nos detiene a aprender más.

Me retiré del lugar, un poco decepcionado por no haber encontrado al sabio, pero contento por haber entendido algo muy importante para mí: Si no sé explicar las cosas correctamente, ¿cómo podré encontrar al sabio que realmente estoy buscando? ¿Cómo sabré que es eso estoy buscando si mi mente muchas veces se basa en palabras para decirse a sí mismo cosas?

¿Quién me podría contestar esto?… Quizá un poeta, quizá un traductor, quizá un lingüista, ¿quién?

Biblioteca Viva

Vino a mí la respuesta en forma de “La Biblioteca Viva”. Este lugar fue inaugurado en el año 2158. Nadie creía posible que toda la información podría ser liberada del yugo de los grandes empresarios como editoriales y disqueras. Los modelos económicos iban cambiando poco a poco porque mucha gente estaba muriendo literalmente de hambre con la sobrepoblación.

Sucedió que al paso del tiempo los autores se dieron cuenta que la cultura no era una cuestión de ganancias, sino de servicio. A pesar que un autor o artista necesita sobrevivir, cuando lo hace sin esperar fama, ganancias u otras cosas, vive como lo que es, arte vivo. El arte no quiere ser famoso, ni ganar dinero, sino al contrario, expresar la hermosura de la humanidad que lleva dentro.

Al llegar, me adentré a uno de los cuartos personales de lectura. Estos cuartos son pantallas táctiles donde podemos expresar mediante ciertos movimiento símbolos que representan ideas. Busqué los más importantes pensadores de los siglos pasados, venía a mí tanta información que terminé ofuscado. Me pregunté: ¿Quién habrá creado este programa? ¿Sabrá esa persona quienes son los pensadores verdaderamente importantes para mí? ¿Será que sólo salen los pensadores importantes para la mayoría de la gente que se siente culta?

Creo que pasé toda la tarde leyendo sobre filosofía, comparé varias corrientes religiosas, vi una serie de documentales sobre el espacio y el tiempo, investigué sobre extraterrestres, recorrí muchas secciones de libros en busca de ese sabio.

¿Quién elige quién es sabio? ¿Los dichos o verdades creadas y alimentadas por la gente a través de la historia? ¿O soy yo?

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