buscando

Buscando

Ella

—Si tienes una respuesta…. Entonces, no sabes nada.—me dijo.
—No te entiendo.—le contesté.
—El conocimiento no te hará sabio. Hay muchos que lo consideran un atributo de aquel que comprende mucho, puede ser de forma académica o social.—dijo brevemente y volvió a callarse. Ella estaba mirando el cielo y la forma en que las nubes se movían rápidamente.

—¿Alcanzas a ver en la punta del árbol a ese pájaro?—me preguntó—¿Se moverá más rápido que las nubes?
—¿Qué es entonces la sabiduría para ti?—Le volví a preguntar.
—Obviamente, como no soy sabia… Para ti, no podría decírtelo.—me contestó ella remarcando las palabras “para ti”.
—Me imagino que el sabio que busco es una persona que conoce todo del universo y al mismo tiempo, no lo dice de forma clara. Si lo dijera de forma clara, entonces todos seríamos sabios y eso… ¿Qué caso tendría?—le dije.

Me miró con mucha extrañeza y me tomó del brazo. Cerro los ojos y me dijo:
—Cierra los ojos, cállate y date cuenta.
Sentí como un hormigueo se apoderaba de mi brazo y mi mente dejaba de tener ruido mental. Había un silencio tal, que sentí alivio, un descanso que si fuera eterno, sería hermoso.

Me soltó. Y me dijo:
—¿Por qué no te haces un sabio y dejas de estar buscando cosas?

Su forma de verlo, parecía interesante, pero si ni siquiera estaba seguro que era un sabio porque muchos decían cosas distintas. Creo que muchas personas querían ser sabias, pero en ese intento se llamaban así, sólo para sentirse superiores a los demás.

¿Cómo podría ser un sabio, sin hacerlo para sentirme mejor conmigo mismo y ser superior a los demás?

Números

Conocí una mujer que desvió mi atención completamente de lo que estaba haciendo, ahora estaba intrigado en encontrar que significaban unos números, en vez de estar buscando el sabio que me quitaría de encima todas mis preguntas y de pasada, quizá todas mis preocupaciones.

Buscando entender lo que ella me quiso decir en las diferentes páginas del libro, me topé con una idea en mi cabeza: “Los números son partes abstractas de una realidad concreta. Si mediante los números podemos entender partes concretas mediante abstracciones, entonces quizá el ser sabio significa ser concreto y vivir de forma abstracta. Es decir, ser práctico, pero entender todo lo que nos rodea sin usar palabras. ”

Y en ese instante, vi los números como calles y fui llegando entre abstracciones a una casa. Tomé el libro y me arranqué corriendo a la avenida y calle que representarían los números del libro.

Ya estando parado ahí, traté de entender si el resto de los números eran una casa o una hora… La vi.

Vestía una falda azul que le llegaba a las rodillas y vi el pelo sobre su cara porque estaba buscando algo en su bolso. Me acerqué y le dije:
—¿Creíste que no te encontraría?
La mujer levantó la cara y me dijo sorprendida:
—¿Disculpe, lo conozco?
No era ella. Me quedé callado. Estaba pasmado… Ella me miró preocupada y me dice:
—¿Estas bien? Ven… Siéntate.
Me tomó de la mano y me sentó en una banca que estaba muy cerca de donde estábamos parados.
—Estoy bien.—le contesté.
—No te ves bien. ¿Cómo te llamas?—me preguntó.
—No lo sé.
—¡ Cómo puedes no saber!—exclamó. Realmente, no sé lo que me pasó, ni por qué le contesté eso, pero de algo sirvió porque continuó sin darme oportunidad de contestarle:
—¿Quieres que le llame a un doctor? Por aquí vive una amiga mía… Ven.

Al entrar a la casa me di cuenta que habían muchas estatuas y el olor a sándalo era muy penetrante.

Estando ahí, me dijo:
—Me dijo que nos encontrarías.
—¿De quién hablas?—le pregunté.
—Mi hermana… ¿Es a ella a quién buscas, no?—me contestó mientras me daba un vaso.
—No conozco a tu hermana, no te conozco a ti… ¿me conoces?—le pregunté después de tomar el agua.

Ignoró mi pregunta y prosiguió diciéndome:
—Vamos a ir al Tecanochi. Descansa un rato, esperemos a mi hermana.

No sé puso en la bebida porque me dio tanto sueño y me quedé dormido.

Era hora de soñar…

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