bebapy

BeBaPY

Capítulo 2

El sueño de BeBaPY

Ahí estaba BeBaPY, tranquilo como si lo sostuviera una cama de flores suaves.

Hay un secreto que no te he contado… ¿Quieres conocerlo?

Pero… Tendrás que acompañarme a visitar el sueño de BeBaPY.

Voy a esparcir polvos de la realidad mientras nos acostamos a lado de él. Abre tu interior al amor que BeBaPY siente hacia nosotros. ¿Lo sientes?

Mira, ahí esta.
¬—¡BeBaPY!—Le grité.
Nos miró y preguntó:
—¿Han visto a la niñita?

—No… ¿Por qué?—Le contesté.
—Creo que está en esta flor.–Dijo BeBaPY mientras se convertía en una gota de lluvia que se escurría por el pétalo. No podíamos seguirlo así que nos sentamos a esperarlo un rato.

Pasó el tiempo…

De repente nos avienta una hoja, él seguía dentro de la flor. Y grita:
—¡Otro dibujo para la niñita! Aquí encontré un pedacito de ella.

—¿Cuál?—Pregunté. Ya no contestó. Imagino que lo que dibujó sería la respuesta. Leamos el poema mientras regresa BeBaPY.

La flor

El verde nace con un suspiro
y se colorea una flor.

La flor era el océano.

El mar se pinta de primavera
cuando cae de sus nubes
el agua del amor
hasta volverse canción.

La canción era notas invisibles.

Las notas cristalinas
esperan el momento
de abrazar al paisaje
que hoy nos ilumina
el camino hacia la inmensidad
del corazón.

Sin percatarme en qué momento BeBaPY había regresado lo sentí tocarme el hombro para decirme al oído:
—¿Quién está ahí?
—¿Cómo?

—Pensé que vendrías sólo.—Me dijo.
—Tenía que contar tu historia. —Le contesté.

—No tengo historia. No la encuentro.—Continuó, se sentó a nuestro lado y miró al cielo como si quisiera comérselo entero mientras me preguntaba:
—¿Entendiste lo que pinté?
—Te seré sincero. Un poco…

—¿Por qué?—Me preguntó.
—Pues parece más un poema que una pintura.
—Te voy a explicar que pasa… Siempre quise ser artista, pero nunca me dejaron. Primero, intenté ser pintor. Traía para todos lados mis pinceles y pintaba las paredes de mi casa.

—¿Con mis colores favoritos? ¿El azul y blanco?—Le pregunté.
—No sé, creo que usaba al arcoiris como brocha.

—¡Eso no puede ser!—Exclamé.

—Pues lo usaba y en la noche oía los gritos de mi mamá porque estaba lavando lo que dejé sucio. Me levantaba lentamente para no hacer mucho ruido y me escondía. Por eso, nunca me encontraba para regañarme.

—¿Tu papá te regañaba?—Le pregunté.
—Mi papá me decía que fuera hacia mi libertad y pintar me hace sentirme así.
—Pero… ¡BeBaPY eres una tortuga! Siempre eres libre.—Le contesté.

—¿Lo soy? Y tú, ¿quién eres?—Me preguntó.

—¿Le podemos decir el secreto?—Le pregunté mirándote.
—No. —Me contestó BeBaPY.
—¿Por qué no?
—Primero, hay que encontrar a la niñita.

—Quizá, ella está en el ártico. —Le sugerí. Y en ese instante, él se convirtió en una espuma suave que me rodeaba.

¿Qué irá a hacer BeBaPY?

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